Con mi agradecimiento personal y el de toda mi familia al Blog El Mareometro. Comparto con vuestro permiso
http://mareometro.blogspot.com/2019/04/feliciano-ortiz-de-mendibil-urcelay.html
FELICIANO ORTIZ DE MENDIBIL URCELAY (1900-1981)
Si en una entrada anterior
recogimos su aportación al fútbol portugalujo, presentamos hoy los principales
rasgos de su vida, agradeciendo la ayuda que nos ha prestado su nieto Carmelo.
Nació el 6 de octubre de 1900 en
Abanto y Ciervana donde su padre trabajaba en las minas, y siendo muy pequeño
un accidente con una vagoneta que le pasó por encima de la mano izquierda se la
dejó invalida de por vida.
Con 4 años se quedó huérfano por
lo que se crió en la Casa de Misericordia de Bilbao, que dejó tras realizar los
estudios de Comercio. Tenía 19 años cuando ganó las oposiciones entrando a
trabajar en la Diputación de Bizkaia.
La amistad con José Antonio
Aguirre, tres años más joven que él, fue fundamental en su vida. Con él
compartía además de sus ideas nacionalistas, las deportivas ya que jugaban
juntos a pelota a mano, y practicaban el futbol. Ambos tendrían novias
portugalujas, de la calle Nueva, Teodora Monasterio Sarasola (hija de la popular Juana
Sarasola “la galletera”) y Mari Zabala
Aketxe y cuando Feliciano se casó con Teodora, en 1923, José Antonio le regaló
una vajilla con sus iniciales grabadas en oro. Mientras Feliciano jugaba en el
Portu, José Antonio jugaba en el Athletic.
Tras casarse en 1923 con
Teodora, pasó a vivir a la casa familiar de esta en el nº 9 de la calle Nueva,
frente al monasterio de Santa Clara, en la que en los años siguientes nacerían
sus cuatro hijos, Jone (1923), José Mª (1926), Luis Mª (1929) y Miren (1931).
Su actividad política le llevó a formar parte del grupo de
portugalujos nacionalistas que crearon la cooperativa Gure Kabija, que
construiría el edificio del batzoki, aportando la cantidad de 500 ptas
Con la llegada de la guerra en 1936, entra en el Gobierno
Vasco como Inspector en el Departamento de Hacienda. Ante la caída de Bilbao
envió a Francia a su mujer, cuatro hijos y la niñera, en un barco carbonero que
partió el 19 junio de 1939, permaneciendo casi un año en Bretaña para pasar
luego a la zona de la Gironda. Mientras tanto él fue con el Gobierno Vasco a
Santander y a Barcelona, donde se instaló custodiando documentos y una
importante cantidad de dinero que disponían para ayudar a los refugiados y
exiliados vascos. Al caer Cataluña en poder de los sublevados y ayudado por las
numerosas amistades que allí tenía, se refugió en las cavas de una familia de
Sant Sadurni d´Anoia, situadas frente al ayuntamiento en poder de las tropas
franquista donde permaneció durante seis meses hasta que en el verano de 1939,
pudo pasar la frontera y reunirse con su familia en el pueblecito de Villenave
d’Ornon, cerca de Burdeos.
En dicha localidad francesa el alcalde conociendo su
experiencia futbolística lo contrató para el equipo local (foto superior) a
cambio de vivienda y escuela para sus hijos. Allí siguió hasta que pudieron
regresar en mayo de 1942.
No sufrió cárcel por no tener delitos de sangre, ya que no
había podido empuñar un arma, pero si fue depurado de su plaza de funcionario
en la Diputación, por lo que apoyado por amigos catalanes montó una tienda de
paraguas y bolsos de rafia en el casco viejo bilbaíno junto a la librería
Azkategi donde seguiría su actividad clandestina contra el régimen.
Dando muestras de su firmeza planteó un procedimiento
contencioso administrativo contra el Estado, basándose en que su cargo no era
político sino puramente administrativo. Dos décadas después, a finales de los
sesenta, el Supremo sentencia a su favor, creando jurisprudencia que sirvió
también a muchas otras personas para ver reconocidos sus derechos. Reintegrado
a la Diputación con toda su antigüedad desde 1919, se pudo jubilar en la misma
como Jefe de Obras Públicas.
El 13 de agosto de 1977 al recuperar los afiliados del PNV
el edificio del batzoki de la calle Nueva, como figura histórica que todavía
vivía, fue el encargado de izar la ikurriña, como vemos en la foto junto a
estas líneas. Cuatro años después fallecía a la edad de 81 años.
Feliciano y Teodora dejaron una amplia
descendencia como
recoge la foto inferior, lo que nos ha llevado a dedicarle un apartado
en el siguiente numero de CUADERNOS PORTUGALUJOS dentro de las "sagas
portugalujas".
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